9 de junio de 2014

El ser humano es extraordinario: La historia de Ryland Whittington

"El ser humano es extraordinario"

Todos recordamos esta frase del anuncio de Aquarius de hace unos años y, para qué engañarnos, seguro que a más de uno le despertó una pizca de ternura en un rincón de su ser que creían ya olvidado. 

Bien, creo que voy a intentar haceros creer que esa frase no es sólo parte de una campaña publicitaria, si no que tiene sentido. Sentido de verdad.

Hoy os traigo una historia de las que te hacen pensar que el mundo podría ser mejor si fuera distinto. Una historia real, esperanzadora para algunos y difícil de digerir para otros. 
Hoy no os pediré opinión, ni abriré ningún debate. Lo único que voy a pedir hoy es que abráis bien vuestras mentes, que intentéis ver más allá de las apariencias y de los prejuicios.


Vamos a ello.

Los Whittington son un matrimonio proveniente de San Diego, California. A principios de 2007, Jeff y Hillary Whittington recibieron una gran noticia: iban a tener su primer bebé. Una niña. La pareja no podía estar más emocionada; decidieron que iban a llamarla Ryland y también decidieron prepararse para el gran suceso: decoraron la habitación de Ryland de manera y con colores femeninos, compraron pequeños vestiditos y lazos para el pelo... 
Ryland nació completamente sana, preciosa y muy feliz.


Pero un año después de su nacimiento, los padres de Ryland se dieron cuenta de que algo no iba bien. 

Poco después los médicos les informaron de que Ryland era sorda.

Pero eso no permitió que los Whittington perdieran la esperanza. Fue un golpe duro, pero se pusieron en manos de los médicos y, un tiempo después, Ryland pudo aprender a oír y a hablar.
La alegría de la pareja era inmensa, habían superado un gran bache.

Aunque un desafío todavía más duro estaba por venir...

En cuanto la pequeña Ryland empezó a hablar, no podía dejar de decir: ¡Soy un niño!, además de mostrar una extraña aversión hacia cualquier cosa femenina: vestidos, juguetes, simples intereses... 
Al principio, sus padres pensaron que su hija estaba pasando por una extraña fase de confusión de su identidad, pero pronto se dieron cuenta de que estaban equivocados. Las fases terminan y ésta parecía no tener fin. Ryland se mostraba cada vez más avergonzada de su aspecto, incluso esa vergüenza la llevó a preguntarse "¿Por qué Dios me ha hecho así?", o a afirmar que "Cuando mi familia muera, me cortaré el pelo para poder ser un niño". La pequeña apenas tenía cinco años.


Jeff y Hillary acudieron a distintos psicólogos y especialistas, querían saber qué era exactamente lo que pasaba por la cabeza de Ryland pero, sobre todo, sufrían por su bienestar. No hicieron falta muchos estudios para que se confirmara lo que la pareja ya había sospechado.

Ryland es transgénero.
A pesar de haber nacido con una anatomía femenina, su cerebro la identifica como masculino. (Sí, amigos. Podéis dar gracias a la ciencia de maravillas como esta). 
¿Y sabéis que es lo mejor de todo esto?
Que no pasa nada. Que está bien. Que no es contagioso. Que no es nada malo. Que es REAL.

Si os ponéis a investigar, os daréis cuenta de que las estadísticas dan mucho, mucho miedo. Como ejemplo: un 41% de hombres y mujeres transgénero cometen suicidio por falta de aceptación social, un 4,1% de éstas solo en Estados Unidos. Es completamente desmoralizador, frustrante y triste. Sobretodo muy triste. Penoso.

Los expertos aconsejaron a los Whittington que, por el bien de Ryland, debían facilitar el cambio lo antes posible. Y así lo hicieron: le cortaron el pelo, cambiaron la decoración de su habitación, permitieron que Ryland se divirtiera con lo que más le gustaba, renovaron su vestuario y cambiaron también los pronombres "ELLA" por "ÉL".

Ahora, Ryland es un niño. Y sigue estando sano, sigue siendo precioso y, lo que es más importante, sigue siendo feliz.


Cuando digo que la frase del principio tiene sentido, es porque lo tiene. El ser humano es extraordinario, de veras lo es. No hay palabras para describir lo agradecida y afortunada que me siento de saber que hay personas como los padres de Ryland, que han ayudado a su hijo con un gesto tan fácil como abrir la mente y no dejarse guiar por las apariencias y los prejuicios.

Y hasta aquí la historia de Ryland Whittington, un niño NORMAL y FELIZ.

Abajo podéis ver el vídeo que Jeff y Hillary Whittington crearon para que el mundo conozca su historia. Es conmovedor y realmente esperanzador. Pero esto no se acaba aquí, Ryland no es el único niño que podría, puede o podrá sufrir abusos y marginación por algo que le hace, como he dicho antes, un ser humano extraordinario. Todos —y cuando digo todos, digo TODOS— debemos empezar a concienciarnos de que hay una comunidad enorme de LBGTQ (Lesbian, Bisexual, Gay, Transgender, Questioning) a la que debemos apoyar. Porque es mucho más fácil ser distinto a la mayoría cuando la gente te trata como a un igual.



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